Museo
de la Memoria y Tolerancia, una lección para una mejor sociedad actual
Seguir ideales y conceptos radicales en las sociedades del último siglo ha llevado a las estas a cometer actos atroces. Y es que la humanidad tiene una larga lista de errores a lo largo de su historia, solo por seguir, divinizar e idolatrar, líderes que lamentablemente nacen con el don de mover masas hacia actos horribles. Aun así la historia nos dota un arma sumamente valiosa, la cual es recordar y aprender de nuestros actos. Pues más que una herramienta científica que registra nuestros avances y logros, también nos permite recordar donde están las fallas en nuestro camino como especie en los anales de la historia. Si bien, recordar nuestros errores es duro, es más duro aun repetirlos, o inclusive ignorarlos. Ya que es sumamente importante para nuestro desarrollo como sociedad el estar consiente de tales actos de sufrimiento y odio, esto para comprender lo equivocados que podemos llegar a estar en ciertas decisiones que se tomaron y que ahora están como manchones obscuros en los libros de historia.
Si bien en México existe una
larga línea historia de lo que muchos llamarían “genocidios” y “crímenes contra
la humanidad” la mayoría ni siquiera son
considerados esto mismo, e inclusive la fuerza casi totalitaria del gobierno
trata de levantar un velo de humo sobre la información real de esto. En la Alemania
Nazi el principal detonante no fue solo la imposición obsesiva de un concepto social
fascista, sino que también lo fue el régimen casi totalitario que se empleó
durante este momento. Régimen es la palabra clave en todo esto, México es una
supuesta república democrática, pero muy por debajo de este concepto republicano se podría decir que México
ha sido un régimen manejado por un partido político durante más de medio siglo,
el PRI. Si bien considerar un régimen nos lleva a compararlo con “Castro y Cuba”
o “Hitler y Alemania”, este concepto no solo se relaciona solo a un hombre y la
imposición de poder, sino también a un grupo numeroso y su obvia imposición en
un país. Y si bien el buen manejo de los
medios y abuso sobre la gente es lo que les da tanto poder. La mayoría de las catástrofes
sociales como el holocausto, el genocidio Armenio etc. etc. sucedieron por una agresión
hacia un pueblo poco informado, inclusive usando al mismo pueblo cegado por la
ignorancia, y engañado por justificaciones y manipulaciones. La insistencia de
conseguir poder y riqueza a costa de la vida de otros es lo que hace tan
terrible y peligroso un régimen, ya que nadie regula, vigila y juzga los movimientos
de aquel que tiene este poder, ya que este mismo es la autoridad en sí. La opresión
y erradicación de amenazas al poder es una agresión compleja, puede ser tanto
al hecho de que el mimo pueblo suele ver mal la inconformidad lo que produce
una cultura de conformidad que suprime cualquier idea de cambio tal como lo fue
el pueblo de Darfur, el cual niega ayuda, junto con el régimen, por parte de la
ONU, tato por miedo o por ignorancia. Otra manera seria que el mismo régimen agrede
cualquier tipo de reclamo, o exigencia de tolerancia y respeto. La matanza de
las tres culturas sería un ejemplo. Una protesta y reclamo a un mal manejo del gobierno
termina en el uso de la fuerza para azotar este ideal de libertad, el cual no será
el primero y hasta hora ni siquiera el último.
Si bien la tolerancia seria
otro tema, el holocausto debió de enseñarnos tantas cosas, que en realidad
parecen inexistentes. Existen ataques dirigidos a pequeños grupos, minorías que a la
mayoría del pueblo, en su ignorancia, suele aplazar e inclusive discriminar, la
matanza de Guatemala no es la primera en Latinoamérica y en cuanto a agresiones
a indígenas no es la única. Un sinfín de injusticias se han realizado en contra
este grupo de personas cuya cultura es sumamente importante para nuestra
identidad como país y sector continental. Si bien hemos optado por tomar “prestado”
aspectos culturalmente extranjeros nuestra misma lengua el español solo es un
aspecto que nos dejaron los españoles, casi nadie opta por querer aprender una
lengua Náhuatl o Maya. Inclusive la destrucción de nuestra cultura madre se debería
considerar como un pequeño holocausto la mayoría desea ignorar. Por otro lado,
apartamos cualquier vestigio de esto, incluyendo a la buena gente que aún
mantiene viva esta luz cultural. Nosotros mismos hemos sido autores de agresión
hacia esta gente con la que compartimos rasgos muy importantes, pero aun así
los tratamos como inferiores.
Aceptémoslo, la sociedad
mexicana se altera al oír la palabra racismo, pero el uso poco elocuente de la
palabra “naco” (la cual hace referencia a al nopal o la gente que la cultiva o
depende económicamente de él) o el término “indio” siempre se usa para atribuir
un insulto racista. Estas acciones suelen llevar en cualquier sociedad al
abuso. La población judía, aunque sin ser una minoría, siempre ha vivido ante
prejuicios similares, debido a esto estos mismos se excluían hasta cierto punto
congeniando solo entre gente de sus mismas creencias, haciéndolos un blanco vulnerable
ante abusos, algo similar a lo que
sufren muchos sectores excluidos socialmente. Estos tipos de grupos al chocar con los intereses, formas
de pensar y/o cualquier forma de
desigualdad termina siendo víctima de discriminación. Esto se evitaría con
conocimiento y cultura, si bien conocer lo que pequeñas palabras que creemos
que son simplemente formas casuales de hablar, tienen un efecto retrograda en ante
las relaciones que construimos con otros, podríamos formar una cultura de
respeto. Si nos detuviéramos un momento a pensar en las cosas que decir y
hacemos, se evitarían conflictos similares. El abuso y el mal uso de la fuerza,
no viene de aquel con más recursos, ni de aquel que nace con beneficios, si no
de aquellos que con palabras consiguen mover de unos pocos a unos miles. La
fuerza de la palabra es lo que hace tan especial a los seres humanos y a la
vez, también tan peligrosos. El hombre tiene un largo historial de atrocidades
que nacen por una idea que en muchas ocasiones llenamos de odio, envidia e indiferencia.
Si bien las palabras e ideas de un hombre pueden terminar con la esclavitud,
las palabras de otros pueden iniciarla o en el peor de los casos justificarla a
través de manipulación.
Con un poco de cultura la manipulación
de masas, la cual es una verdadera arma genocida, podría ser inútil en un
futuro. Nosotros mismos nos vemos manipulados y segregados ante la conformidad
y atamos nuestras manos ante cualquier oportunidad de cambio para ser mejores.
Guardar silencio y sentarse callados a oír las palabras de aquellos que desean
usarnos para sus propio bien, odio e intolerancia es la munición de esta arma. Tratarnos
como iguales, asignar el valor que cada persona merece en el mundo es algo que
con un poco de conocimiento del pasado podría brindarnos las herramientas para
evitar tragedias históricas. Y es que dar por visto nuestros problemas y los de
otros es lo que le da fuerza a al nacimiento del odio e intolerancia. Empezar con
pequeñas acciones para ser mejores mejoraría nuestra sociedad.