viernes, 31 de julio de 2015

Museo memoria y tolerancia

Museo de la Memoria y Tolerancia, una lección para una mejor sociedad actual



Seguir ideales y conceptos radicales en las sociedades del último siglo ha llevado a las estas a cometer actos atroces. Y es que la humanidad tiene una larga lista de errores a lo largo de su historia, solo por seguir, divinizar e idolatrar, líderes que lamentablemente nacen con el don de mover masas hacia actos horribles. Aun así la historia nos dota un arma sumamente valiosa, la cual es recordar y aprender de nuestros actos. Pues más que una herramienta científica que registra nuestros avances y logros, también nos permite recordar donde están las fallas en nuestro camino como especie en los anales de la historia. Si bien, recordar nuestros errores es duro, es más duro aun repetirlos, o inclusive ignorarlos. Ya que es sumamente importante para nuestro desarrollo como sociedad el estar consiente de tales actos de sufrimiento y odio, esto para comprender lo equivocados que podemos llegar a estar en ciertas decisiones que se tomaron y que ahora están como manchones obscuros en los libros de historia.

Si bien en México existe una larga línea historia de lo que muchos llamarían “genocidios” y “crímenes contra la humanidad”  la mayoría ni siquiera son considerados esto mismo, e inclusive la fuerza casi totalitaria del gobierno trata de levantar un velo de humo sobre la información real de esto. En la Alemania Nazi el principal detonante no fue solo la imposición obsesiva de un concepto social fascista, sino que también lo fue el régimen casi totalitario que se empleó durante este momento. Régimen es la palabra clave en todo esto, México es una supuesta república democrática, pero muy por debajo de este  concepto republicano se podría decir que México ha sido un régimen manejado por un partido político durante más de medio siglo, el PRI. Si bien considerar un régimen nos lleva a compararlo con “Castro y Cuba” o “Hitler y Alemania”, este concepto no solo se relaciona solo a un hombre y la imposición de poder, sino también a un grupo numeroso y su obvia imposición en un país.  Y si bien el buen manejo de los medios y abuso sobre la gente es lo que les da tanto poder. La mayoría de las catástrofes sociales como el holocausto, el genocidio Armenio etc. etc. sucedieron por una agresión hacia un pueblo poco informado, inclusive usando al mismo pueblo cegado por la ignorancia, y engañado por justificaciones y manipulaciones. La insistencia de conseguir poder y riqueza a costa de la vida de otros es lo que hace tan terrible y peligroso un régimen, ya que nadie regula, vigila y juzga los movimientos de aquel que tiene este poder, ya que este mismo es la autoridad en sí. La opresión y erradicación de amenazas al poder es una agresión compleja, puede ser tanto al hecho de que el mimo pueblo suele ver mal la inconformidad lo que produce una cultura de conformidad que suprime cualquier idea de cambio tal como lo fue el pueblo de Darfur, el cual niega ayuda, junto con el régimen, por parte de la ONU, tato por miedo o por ignorancia. Otra manera seria que el mismo régimen agrede cualquier tipo de reclamo, o exigencia de tolerancia y respeto. La matanza de las tres culturas sería un ejemplo. Una protesta y reclamo a un mal manejo del gobierno termina en el uso de la fuerza para azotar este ideal de libertad, el cual no será el primero y hasta hora ni siquiera el último.
Si bien la tolerancia seria otro tema, el holocausto debió de enseñarnos tantas cosas, que en realidad parecen inexistentes. Existen ataques  dirigidos a pequeños grupos, minorías que a la mayoría del pueblo, en su ignorancia, suele aplazar e inclusive discriminar, la matanza de Guatemala no es la primera en Latinoamérica y en cuanto a agresiones a indígenas no es la única. Un sinfín de injusticias se han realizado en contra este grupo de personas cuya cultura es sumamente importante para nuestra identidad como país y sector continental. Si bien hemos optado por tomar “prestado” aspectos culturalmente extranjeros nuestra misma lengua el español solo es un aspecto que nos dejaron los españoles, casi nadie opta por querer aprender una lengua Náhuatl o Maya. Inclusive la destrucción de nuestra cultura madre se debería considerar como un pequeño holocausto la mayoría desea ignorar. Por otro lado, apartamos cualquier vestigio de esto, incluyendo a la buena gente que aún mantiene viva esta luz cultural. Nosotros mismos hemos sido autores de agresión hacia esta gente con la que compartimos rasgos muy importantes, pero aun así los tratamos como inferiores.
Aceptémoslo, la sociedad mexicana se altera al oír la palabra racismo, pero el uso poco elocuente de la palabra “naco” (la cual hace referencia a al nopal o la gente que la cultiva o depende económicamente de él) o el término “indio” siempre se usa para atribuir un insulto racista. Estas acciones suelen llevar en cualquier sociedad al abuso. La población judía, aunque sin ser una minoría, siempre ha vivido ante prejuicios similares, debido a esto estos mismos se excluían hasta cierto punto congeniando solo entre gente de sus mismas creencias, haciéndolos un blanco vulnerable ante  abusos, algo similar a lo que sufren muchos sectores excluidos socialmente. Estos tipos  de grupos al chocar con los intereses, formas de pensar y/o  cualquier forma de desigualdad termina siendo víctima de discriminación. Esto se evitaría con conocimiento y cultura, si bien conocer lo que pequeñas palabras que creemos que son simplemente formas casuales de hablar, tienen un efecto retrograda en ante las relaciones que construimos con otros, podríamos formar una cultura de respeto. Si nos detuviéramos un momento a pensar en las cosas que decir y hacemos, se evitarían conflictos similares. El abuso y el mal uso de la fuerza, no viene de aquel con más recursos, ni de aquel que nace con beneficios, si no de aquellos que con palabras consiguen mover de unos pocos a unos miles. La fuerza de la palabra es lo que hace tan especial a los seres humanos y a la vez, también tan peligrosos. El hombre tiene un largo historial de atrocidades que nacen por una idea que en muchas ocasiones llenamos de odio, envidia e indiferencia. Si bien las palabras e ideas de un hombre pueden terminar con la esclavitud, las palabras de otros pueden iniciarla o en el peor de los casos justificarla a través de manipulación.
Con un poco de cultura la manipulación de masas, la cual es una verdadera arma genocida, podría ser inútil en un futuro. Nosotros mismos nos vemos manipulados y segregados ante la conformidad y atamos nuestras manos ante cualquier oportunidad de cambio para ser mejores. Guardar silencio y sentarse callados a oír las palabras de aquellos que desean usarnos para sus propio bien, odio e intolerancia es la munición de esta arma. Tratarnos como iguales, asignar el valor que cada persona merece en el mundo es algo que con un poco de conocimiento del pasado podría brindarnos las herramientas para evitar tragedias históricas. Y es que dar por visto nuestros problemas y los de otros es lo que le da fuerza a al nacimiento del odio e intolerancia. Empezar con pequeñas acciones para ser mejores mejoraría nuestra sociedad.


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